Alíñame

por si me necesitas mona lisa
la luna corresponde a los locos
y no puedo competir...
así que sólo espero que ella no me quiera
desnudándote-me
porretas
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Diana frank. Con la tecnología de Blogger.
28 abril 2008
digamos
Digamos que esta noche no lleva bragas, digamos que también lleva falda, que la vida es corta y que no sabe hablar sin estar tirada bajo la almuhada y follar.
Digamos que esta noche tiene un plan, le bastará con izarse la falda, con estar mojada, le bastará con pensar lo guapa que está cuando no lleva bragas y la vida le da por detrás. Digamos también que sus mejores lágrimas son las que emana su coño cuando folla con el chico equivocado y descubre que ella también sería capaz de amar. Digamos que no se lleva números de teléfono a los que pueda recurrir, digamos que folla, sola u acompañada, digamos que quiere ser chica de portada pero nunca actriz. Digamos que no hay hombre más querido, que él que la dice, guapa, no quiero follar contigo. Pero ella no sabe hablar así, con un silencio que la escucha, sin un gémido que la cuente, sentada tomando una coca-cola, piernas cerradas y el amor en las palabras. Digamos que quiere irse pero su “no quiero follar contigo” es un lenguaje que no comprende y quiere descifrar, por lo que escucha y escucha cada vez más. En los calles vacias de un polvo cotidiano él se abrocha los bótones de los pantalones y ella por fín entiende “No quiero follar contigo sólo quiero follar contigo”. Dígamos que se despista y con la ropa puesta él la vuelve a besar y la chica vuelve a oir “no quiero follar contigo” “¿Entonces que quieres?” digamos que dice volviéndole a besar, “quiero que te quedes a cenar”. Digamos que esta noche no lleva bragas y tiene un plan.
Digamos que esta noche tiene un plan, le bastará con izarse la falda, con estar mojada, le bastará con pensar lo guapa que está cuando no lleva bragas y la vida le da por detrás. Digamos también que sus mejores lágrimas son las que emana su coño cuando folla con el chico equivocado y descubre que ella también sería capaz de amar. Digamos que no se lleva números de teléfono a los que pueda recurrir, digamos que folla, sola u acompañada, digamos que quiere ser chica de portada pero nunca actriz. Digamos que no hay hombre más querido, que él que la dice, guapa, no quiero follar contigo. Pero ella no sabe hablar así, con un silencio que la escucha, sin un gémido que la cuente, sentada tomando una coca-cola, piernas cerradas y el amor en las palabras. Digamos que quiere irse pero su “no quiero follar contigo” es un lenguaje que no comprende y quiere descifrar, por lo que escucha y escucha cada vez más. En los calles vacias de un polvo cotidiano él se abrocha los bótones de los pantalones y ella por fín entiende “No quiero follar contigo sólo quiero follar contigo”. Dígamos que se despista y con la ropa puesta él la vuelve a besar y la chica vuelve a oir “no quiero follar contigo” “¿Entonces que quieres?” digamos que dice volviéndole a besar, “quiero que te quedes a cenar”. Digamos que esta noche no lleva bragas y tiene un plan.
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