Alíñame

por si me necesitas mona lisa
la luna corresponde a los locos
y no puedo competir...
así que sólo espero que ella no me quiera
desnudándote-me
porretas
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Diana frank. Con la tecnología de Blogger.
20 octubre 2006
capitulo
Cuatro cañas, una botella de vodka y tres whiskys con redbull después Jose sigue ahí y yo, que soy imbecil, digo que me quiere. A su manera, sí, y sonríe, me da un trago como si no fuese suficiente, agarra mi cintura, su pene flácido, encantador, reposa en mis posaderas y yo, que no soy de piedra, me mojo, sin pretensiones de que nadie se dirija a mi entrepierna.
Un par de chacalines a nuestra derecha no nos quitan ojo, y entre veo veos pregunto: -¿Esos de ahí son gays? -Pues no sé. Me están mirando. -Quédate conmigo. -Estoy contigo -hasta que encuentres a tú particular gigoló de la noche, con esa membrana hablante que habita entre dos patas, no puedo competir. -Tienes un par de tetas preciosas -añade tocándolas maravillosamente bien. -Para ya, aún no soy lesbiana convertida. Bailamos, es reggeton, y una mano que no es la tuya surca mi espalda. Ahí esta uno de los dos chacalines quitándose el chupete, sin cortarse un pelo. No le doy una bofetada, eso ya no se lleva, estoy dispuesta a sobrepasar su osadía, a ver hasta donde llega. Me rejunto y adjunto, el bulto está en pompa, definitivamente no es gay. Te tengo donde quiero, se relame anticipando victorias que no van a a ocurrir. Demasiado fácil, desinterés completo hacia el chacalín y vuelvo a Jose, desocupando las manos del muchacho, que parece majo, pero hoy, no necesito palabras. -Bésame. -No, que luego no ligamos. -Bésame, y me quitas a ese de encima. -Si quieres le pego. -Pégate a mí, prometo no follarte. Y esos morritos dilatados permanentemente, suaves, rosados, salvajes, susurran una nana a los míos. Suspiro en dilatados latidos, lengua y lengua se acompañan “Yo no te pedí tanto ardor, me puedo enamorar de ti, etero reprimido”. El tiempo cruel defensor de la anonadada puntualidad, nos chapa el garito y nos vamos a ver a estos, tú sigues conmigo, borracho, alegre, yo siento lo mismo. Llevamos desde las seis de la tarde así, y eso que salí convencida a buscar trabajo. Me echas el brazo, un tío se posa en mis tetas, tú le dices “¿ A qué está buena?”, y me das el incontable beso de la noche. “A ti ya te vale, me estás poniendo muy cachonda”. Me pongo a bailar, sola, sin caderas malvadas, te acercas de vez en cuando. No somos novios, no me hagas esto pero házmelo. Quiero otro whisky, me giro y te veo, con él, otro amigo, lo nuestro es la amistad a palo seco, ya no quiero alcohol, te estas besando Jose y no con mis labios. -Dame las llaves, me voy a por un taxi. -Tú no vas a ninguna parte -imperas cogiendo con fuerza mi brazo, desocupando a tu fichaje, que no sabe lo que puedo llegar a sentir por ti en una noche. - Me voy en serio, mañana trabajo, dame las llaves. - No quédate. - Jose no voy a dormir ni tres horas y estoy pedo -a esas alturas me entra la vena responsable. Amén, me fui entablando conversación con un taxista cincuentón encerrando a Jose en el primer cajón de mi mesilla. La vida es un capítulo de capítulos consecutivos.
Un par de chacalines a nuestra derecha no nos quitan ojo, y entre veo veos pregunto: -¿Esos de ahí son gays? -Pues no sé. Me están mirando. -Quédate conmigo. -Estoy contigo -hasta que encuentres a tú particular gigoló de la noche, con esa membrana hablante que habita entre dos patas, no puedo competir. -Tienes un par de tetas preciosas -añade tocándolas maravillosamente bien. -Para ya, aún no soy lesbiana convertida. Bailamos, es reggeton, y una mano que no es la tuya surca mi espalda. Ahí esta uno de los dos chacalines quitándose el chupete, sin cortarse un pelo. No le doy una bofetada, eso ya no se lleva, estoy dispuesta a sobrepasar su osadía, a ver hasta donde llega. Me rejunto y adjunto, el bulto está en pompa, definitivamente no es gay. Te tengo donde quiero, se relame anticipando victorias que no van a a ocurrir. Demasiado fácil, desinterés completo hacia el chacalín y vuelvo a Jose, desocupando las manos del muchacho, que parece majo, pero hoy, no necesito palabras. -Bésame. -No, que luego no ligamos. -Bésame, y me quitas a ese de encima. -Si quieres le pego. -Pégate a mí, prometo no follarte. Y esos morritos dilatados permanentemente, suaves, rosados, salvajes, susurran una nana a los míos. Suspiro en dilatados latidos, lengua y lengua se acompañan “Yo no te pedí tanto ardor, me puedo enamorar de ti, etero reprimido”. El tiempo cruel defensor de la anonadada puntualidad, nos chapa el garito y nos vamos a ver a estos, tú sigues conmigo, borracho, alegre, yo siento lo mismo. Llevamos desde las seis de la tarde así, y eso que salí convencida a buscar trabajo. Me echas el brazo, un tío se posa en mis tetas, tú le dices “¿ A qué está buena?”, y me das el incontable beso de la noche. “A ti ya te vale, me estás poniendo muy cachonda”. Me pongo a bailar, sola, sin caderas malvadas, te acercas de vez en cuando. No somos novios, no me hagas esto pero házmelo. Quiero otro whisky, me giro y te veo, con él, otro amigo, lo nuestro es la amistad a palo seco, ya no quiero alcohol, te estas besando Jose y no con mis labios. -Dame las llaves, me voy a por un taxi. -Tú no vas a ninguna parte -imperas cogiendo con fuerza mi brazo, desocupando a tu fichaje, que no sabe lo que puedo llegar a sentir por ti en una noche. - Me voy en serio, mañana trabajo, dame las llaves. - No quédate. - Jose no voy a dormir ni tres horas y estoy pedo -a esas alturas me entra la vena responsable. Amén, me fui entablando conversación con un taxista cincuentón encerrando a Jose en el primer cajón de mi mesilla. La vida es un capítulo de capítulos consecutivos.
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1 comentarios:
Muy bueno.
Saludos.