Alíñame

por si me necesitas mona lisa
la luna corresponde a los locos
y no puedo competir...
así que sólo espero que ella no me quiera
desnudándote-me
porretas
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Diana frank. Con la tecnología de Blogger.
20 octubre 2006
os cuento 3
Voy a contártelo a ti, pues tres años fueron entre esperas y olvidos, sólo uno en estar contigo. Ahí es nada, todo por una palabra, amor.
Hoy si me duelen las cosas ya no te las digo, ni son para ti, excepto esto. Resulta incomprensible que dos personas se encuentran en un lugar que nadie ha identificado y ahí perdidos, cobijados, se desnuden y se den todo. Cada uno puso un poco de su lado y si al principio tú andabas cabizbajo rondando por alguna capilla de iglesia, no quise dejarte sólo y sin ilusión.
Te había escrito una carta en clase de matemáticas, una declaración de amor, y en aquel instante de reencuentro no lo mencionaste, más tarde me la recitaste de memoria, ahí supe que tú también me querías, ángel de amor. No soy esa chiquilla de esos dulces dieciseis con la paga de los domingos, ni tú eres ese que a veces paseaba a altas horas de la madrugada seducido por la luna.
Sé que lo sabés, luchamos contra corriente, pero de todo uno se cansa, había demasiadas distancias. La vida sigue y en ambos casos siguió, tan alejados hoy, y sin embargo no querría escucharte por telefono, no me fuera a enamorar. Me río, eras inprevisible, tan pronto me llevabas a un cementerio que me invitabas a cenar. Y hoy pienso, si acaso me hubiese quedado en aquel pueblo hoy no sería yo, tú querías casarte, eso no entraba en mis planes, de vuelta y vuelta. Y hoy sin embargo te invitaría a un café para ver que te deparó el tiempo, si aún conservas ese encanto de siempre o, como conmigo, algo te robo. Nos prometimos siempre la amistad, tú has estado hospitalizado por tus andanzas descabelladas con mi mano demasiado lejos y yo tengo cicatrices en la piel que nunca viste. Se presentó la luna en cien noches de nostalgia para revelarme que tú, ángel, me hiciste niña.
Por eso esto, por eso estas palabras a ti, chico loco, ingresado en crisis maniacas gritando mi nombre en plazas de pueblo, intentando liberarte de una camilla y sedantes. Te me robaban enfermeras mientras tu seguias gritandome y yo me decía, esto es por su bien, volverá. La camisa de fuerza no te dejo. Nada de esto importa ahora, tú eres mi primer ángel, tú fuiste mi primer amor.
Hoy si me duelen las cosas ya no te las digo, ni son para ti, excepto esto. Resulta incomprensible que dos personas se encuentran en un lugar que nadie ha identificado y ahí perdidos, cobijados, se desnuden y se den todo. Cada uno puso un poco de su lado y si al principio tú andabas cabizbajo rondando por alguna capilla de iglesia, no quise dejarte sólo y sin ilusión.
Te había escrito una carta en clase de matemáticas, una declaración de amor, y en aquel instante de reencuentro no lo mencionaste, más tarde me la recitaste de memoria, ahí supe que tú también me querías, ángel de amor. No soy esa chiquilla de esos dulces dieciseis con la paga de los domingos, ni tú eres ese que a veces paseaba a altas horas de la madrugada seducido por la luna.
Sé que lo sabés, luchamos contra corriente, pero de todo uno se cansa, había demasiadas distancias. La vida sigue y en ambos casos siguió, tan alejados hoy, y sin embargo no querría escucharte por telefono, no me fuera a enamorar. Me río, eras inprevisible, tan pronto me llevabas a un cementerio que me invitabas a cenar. Y hoy pienso, si acaso me hubiese quedado en aquel pueblo hoy no sería yo, tú querías casarte, eso no entraba en mis planes, de vuelta y vuelta. Y hoy sin embargo te invitaría a un café para ver que te deparó el tiempo, si aún conservas ese encanto de siempre o, como conmigo, algo te robo. Nos prometimos siempre la amistad, tú has estado hospitalizado por tus andanzas descabelladas con mi mano demasiado lejos y yo tengo cicatrices en la piel que nunca viste. Se presentó la luna en cien noches de nostalgia para revelarme que tú, ángel, me hiciste niña.
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