Alíñame
la luna corresponde a los locos
y no puedo competir...
así que sólo espero que ella no me quiera
desnudándote-me
porretas
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Diana frank. Con la tecnología de Blogger.
04 junio 2010
la culpa no fue suya
Está gilipollas, se tropieza, se cae la bolsa de la compra y adiós a los pastelitos y su cumpleaños, su madre no la hace ni caso, ocupada como está con su nuevo novio y reprochando las mil imperfecciones que ella tiene, como si de hoy pa mañana todo es cojonudo y su padre no era un borracho que la pegaba, tiene que olvidar y no puede, no lo cuenta, ya no, es reconocer su mierda que se supone que ya no debe existir, que ella es bella y su camino está lleno de oportunidades, no lo cree no lo siente, desapego, de un hogar, de las personas, de las pasiones.
La culpa, esa que le grita sus bajezas, desoye, pero es igual, aparece en forma de chico guapo que la quiere conquistar y es tan guapo visto desde esos ojos grandes que ella se convierte en poco suficiente y huye, parece dura y prefiere dejar esa imagen que la puta verdad.
Nadie sabe como la pegaba ni como desparecieron sus poste de sangre de la pared, ni como tuvo que guardar cada emoción bonita en lugar seguro, tan dentro que si busca no halla, por eso manda a la mierda a su madre:
“Deberías antepuesto tu vida
deberías,
quédate contigo y no me llames
no existo”
Está gilipollas, es su cumpleaños y no tiene pastelitos, lo intenta, endulzarse, todo son críticas en su cabeza, él viene y dice perdona, luego bebe y luego pega y todos sus sueños desparecen, vuelve, perdona, te he destrozado la vida, no quería, pero mañana lo repito, no lo olvides porque como tengas ese poder la has cagado, te destrozaré aún más.
“Vete por favor”
“No, eres mi hija, que follas con todos, igual que tu madre, deja el puto ordenador”
Y el ordenador hace ruidos inalámbricos, lo ha tirado, como todo, como a ella que llena de lágrimas se hace caracol en el suelo protegiéndose de sus patadas.
¿Por qué?
No lo sé, llámame, seremos dos, yo también me acojono y encojo, no te prometo nada, sólo que no me iré, agárrame y que me joda, sean sus puños o las piernas, su odio no podrá con nosotras.
¿Y mi madre?
Nada, olvida, se follo a otro, naciste y nunca te supo defender ni quiso.
Escucha, nada hiciste para merecer esto.
Entiende, eres bonita y todo puede cambiar, al menos debería ser así y sino, tú no tienes la culpa.
Guapa.
La culpa, esa que le grita sus bajezas, desoye, pero es igual, aparece en forma de chico guapo que la quiere conquistar y es tan guapo visto desde esos ojos grandes que ella se convierte en poco suficiente y huye, parece dura y prefiere dejar esa imagen que la puta verdad.
Nadie sabe como la pegaba ni como desparecieron sus poste de sangre de la pared, ni como tuvo que guardar cada emoción bonita en lugar seguro, tan dentro que si busca no halla, por eso manda a la mierda a su madre:
“Deberías antepuesto tu vida
deberías,
quédate contigo y no me llames
no existo”
Está gilipollas, es su cumpleaños y no tiene pastelitos, lo intenta, endulzarse, todo son críticas en su cabeza, él viene y dice perdona, luego bebe y luego pega y todos sus sueños desparecen, vuelve, perdona, te he destrozado la vida, no quería, pero mañana lo repito, no lo olvides porque como tengas ese poder la has cagado, te destrozaré aún más.
“Vete por favor”
“No, eres mi hija, que follas con todos, igual que tu madre, deja el puto ordenador”
Y el ordenador hace ruidos inalámbricos, lo ha tirado, como todo, como a ella que llena de lágrimas se hace caracol en el suelo protegiéndose de sus patadas.
¿Por qué?
No lo sé, llámame, seremos dos, yo también me acojono y encojo, no te prometo nada, sólo que no me iré, agárrame y que me joda, sean sus puños o las piernas, su odio no podrá con nosotras.
¿Y mi madre?
Nada, olvida, se follo a otro, naciste y nunca te supo defender ni quiso.
Escucha, nada hiciste para merecer esto.
Entiende, eres bonita y todo puede cambiar, al menos debería ser así y sino, tú no tienes la culpa.
Guapa.
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