Alíñame
la luna corresponde a los locos
y no puedo competir...
así que sólo espero que ella no me quiera
desnudándote-me
porretas
-
La saga de los longevos. La vieja familia. Eva García Sáenz de Urturi - * "Me despertó la sensación angustiosa del agua raspando mis fosas nasales, colonizándome la boca e inundando la garganta, camino de los pulmones....Hace 1 semana
-
in the mirror - Se acaba de caer al suelo, borracho como una cuba, que es una expresión que nunca me ha acabado de convencer, pero ahí está, con el hocico enterrado en est...Hace 1 año
-
TIENE LA PALABRA EL JEFE DE LA OPOSICIÓN - Ignoro cuáles eran los concretos motivos del consejo editorial del diario *El País *para negarle el pan y la sal al presidente Gutiérrez, pero lo que sí pu...Hace 1 año
-
Cada oveja con su pareja - Con esta historia participo en el concurso de Zenda *#HistoriasdeAnimales* *CADA OVEJA CON SU PAREJA* Al principio las mariposas siempre revoloteaban...Hace 2 años
-
Reflexión sobre Kimagure Orange Road e Izumi Matsumoto - Ayer por la noche un amigo me avisó de que Izumi Matsumoto, el autor del manga Kimagure Orange Road de enorme éxito a finales de los ochenta, había falle...Hace 4 años
-
Lou Reed era español, de Manuel Vilas - "Zaragoza no tiene chimeneas. Tiene un alcalde con barba, o tenía o tendrá: todos los alcaldes son el mismo alcalde. Zaragoza tiene viento, pero no es el v...Hace 5 años
-
Una luciérnaga apagada - A esta hora de la noche, Madrid es una luciérnaga apagada que admite su derrota. Cada chicle aplastado en las aceras representa la huella digital de una pi...Hace 5 años
-
-
-
-
-
Hombre del sur - Eran cerca de las seis. Fui al bar a pedir una cerveza y me tendí en una hamaca a tomar un poco el sol de la tarde. Cuando me trajeron la cerveza, me dir...Hace 10 años
-
Velocidad. - Vértigo triste, en tres castillos. Luto blanco anudado en una cebolla. Sirope de bronce, campanas. Gota fría, acetil. Paseo de ojos desnudados. Un euro derrr...Hace 14 años
-
-
Buscar este blog
Diana frank. Con la tecnología de Blogger.
10 agosto 2013
David Lorenzo Magariño
Te busqué en google, quería saber de
aquello, ahondar en un pretérito perfecto que nos pasó siendo dos
renglones torcidos.
Por teléfono hablabas más y
aplastando esa frase tonta de “los hombres no lloran” te traigo
todo tú a este Times New Roman 12, en este proyecto veo la
obligación y privilegio de nombrarte don David Lorenzo Magariño.
No me gustaron esas referencias
bibliográficas en las que un lejano autor cita cuatro premios
literarios y augura un gran genio quebrantado por la desdicha. Decir
eso y no decir nada es lo mismo, pero... ¿Dónde estábamos nosotros
para hacerlo? ¿Dónde estaba yo?
Me resuena el subconsciente y a veces
cariño la sensación final se acerca a ese haya roja que regué,
aboné y transplanté a una maceta más grande, que desplegando sus
fuertes raíces me dio sin pedir un mundo mejor, tampoco sé qué
falló para olvidar que estaba allí.
En la siguiente primavera supe que
sería yo quién necesitándola, poseería sólo dos tiestos vacíos.
Guardo tus textos, además uno lleva mi
nombre, el mío, me siento Gollum con el tesoro, no son muchos, no
recopilé ni pensé en la remota posibilidad de tener que hacerlo. En
algo llevaba razón ese hombre, eras un gran escritor y si me
hubieran preguntado “un jodido poeta”
El de propiedad exclusiva y algún
otro, los voy a plantar por ahí, que no mueran conmigo en un
polvoriento ordenador, que la red esta todo poderosa lo transforme,
energía somos.
Quizá tú madre no sepa que te
apreciábamos como eras, que no queríamos tu talento ni tu tabaco.
Que no aparecí en tu casa vestida de puta para hacerte una mamada,
que sin saber que te quería, te querré siempre.
Me has arrojado a esta tesitura, sin
saber del todo si aquello fue el puto detonante, si al día siguiente
mientras seguía enfadada contigo, fumabas esperando una llamada o
sólo era que no querías verme con él. Si el día de ... una de tus
miles de sensaciones tuvo algo que ver conmigo o todas o ninguna.
Te he dicho que voy a desnudarte y con
ello a mí, hasta la parte de la historia que sé, formo parte.
Eras mi esquizofrénico número dos y
apareciste a través de una dirección de mail, que agregué con
cierta reticencia, nos intercambiamos relatos, conversaciones de
messenger, sin embargo aún ganando en persona, enredado andabas en
mis letras y mua escuchaba extremo, te ponía rima sin imaginarte, te
escribía sin follarte y en mis fantasías, vagabundo errante, eras
precisamente quién debías ser en el momento justo de las cosas.
El chico bonito tocaba a la puerta
abierta, venía a mis piernas, con risa, a surcar Madrid,
prometía relatos sonoros de futuro, y
tú, David, amigo, con un paquete de cigarrillos a medias y una
triste foto, llamabas, sin variar un ápice la voz, en ese no pasa
nada, sin aventurar que podría darte la mano, defenderte de los
villanos, tarareando “I just to sing for you” a kilómetros de
línea telefónica mientras tirabas la estilográfica o el documento
de word, en acto de derrota y rendición.
Mi padre trato de enseñar a esta
cabezota que hay una vida, la que tienes colgando del hilo de un
corazón caprichoso, “decide que hacer con ella, que la corriente
de lo que te rodea no te persuada, ni te amilane” “dale sentido a
tu nombre”
Mentándote David, tampoco puedo evitar
recordarle, montañero y libre, en la cima de mis principios. Trató
de mostrarme y hoy, más vale tarde... sólo tengo un gracias muy
grande, y si la energía es indestructible, eterno.
No soy juez de causas abiertas,
permanezco en ese punto común que nos mantuvo juntos, una manera de
pensar, un punto de vista. Como si tuvieras quince años y te sucede
todo los días, cuando sólo va a ser una vez. Retener lo momentos
sin fotografías estáticas. La tuya, la última vez que la vi, me
imaginé vieja con la clara certeza de que la foto no cambiaría
nunca.
Me jode plasmar mi óptica sin que me
corrijas porque ahora viene la parte que menos me gusta, le elegí a
él.
Era uno de enero e iba a pasar por
Burgos de regreso a Madrid, hablamos “paro a por café y bizcocho
¿Te parece si nos damos un abrazo?”
La estación casi desierta y esta chica
pedo deambularon un rato, ante la perplejidad de un teléfono
apagado. Un abuelo me seguía, quizá con la intención de ayudarme,
más no discernía e imaginaba que quería violarme.
Ahí empezó mi relación amor odio con
otra ciudad de Castilla. Con un plantón y él, que sin quererlo, me
esperaba. Tú dormías y mi pesadilla concluía en una cafetería del
centro.
Ángel, no podía llamarse de otro
modo, rescataba a esta infeliz para ofrecerle entre otras muchas
cosas un perrito caliente.
Conociéndole sabías que era sencillo
quererle y arrugaste los hombros cuando al fin, al despertar,
acudiste retrasado a tu cita. Él sí cogió el móvil, diré más,
dormía con él cerca de su oreja, David, dime ¿Iba a mandarle a la
mierda? No, babe, ya no deseaba otra compañía.
Así lo viví, con matices y mucha
poesía. Había otro, siempre lo hay, pero como me enseñaste a tirar
los salvoconductos por la taza del water, egoístamente, a ti y al
otro os mande a la mierda.
No del todo, no soy de las que cierra
puertas, ni te quise jamás lejos, la melancolía que impregnaban tus
letras, esa voz entrecortada con ganas de morir; la paranoia de los
jueves, porque no era jueves; aquello de que los objetos alrededor se
desplazaban para descolocar tu mundo interior; y los dichosos
domingos que concluían con todas las razones para aunarme a ti en el
cántico de la desdicha.
Soy rara, me parecía terrible, un pozo
y lo de siempre, el puñetero aprendizaje, como para llevar la
contraria a mi padre, ya que ahora estoy aquí y lo echo de más.
Claro que reía, como un niño
fascinado por los piercing de la cara no dejaste de mirarme y hablaba
y hablaba, a pesar del paralelismo, entre las paredes de un
psiquiátrico real o imaginario, seguías sin ser tan fuerte como
aquel primer esquizofrénico. Ni yo era Ana, conteniéndola en todas
sus letras. Tres años de pluma y encierro a chupitos de olvido para
que te escriban un mail que estalle la fortaleza por los aires y
obligue a tus diez dedos a mandar un mensaje de vuelta.
Me enamoro de los hombres por la manera
de pronunciar mi nombre.
Me llevaste a Ángel, como aquel loco
me llevo a ti, en esa dimensión que no entiende de plazos ni
espacios.
Insustituible, Burgos te añora, el Cid
citan los libros de historia, los chavales de la E.S.O bostezan entre
cantar y cantar. Tantas horas muertas de codos y escritorio y nadie
sabe si el Cid se levantaba de mala leche por las mañanas, tampoco
te conoce mucho aquel que te dedica en una articulo de prensa.
Te presenté vía internet a mi
compañera de la oficina con “novio”, nómbralo como gustes,
vivía con otra, lo de ella no eran
cuernos era las ventas. Me mentía, ilusa, insustancialidades... con
poemas repletos de quereres, tangibles y resonantes, distinguiéndote
cristalino y honesto entre los millones de habitantes del planeta,
susurro “no guapa, no eras lo que le quitaba el sueño”
Almas insomnes y perdidas casi desde el
principio, mejores amigos, por eso en otra chica anhelaba que
hallarás lo que no fui capaz de sacarte.
Causa efecto, puente festivo, ganas de
reír, ¡Vamos compi a Burgos y así conoces a David!
Tenía ganas de ti, de verte, de
avasallarte y ponerte nervioso, reconciliarme contigo y de paso que
lo hicieras con Ángel, siempre fue tu amigo y no te robó a nadie.
“Sucede que me canso de ser hombre”
y los domingos huelen a decepción y
sangre.
Sucede que al chico de Burgos no le
parece buena idea que invadan su espacio de la felicidad que carece.
Si me hago un reproche, es este. Era un planteamiento, algo que dio a
un pensamiento carácter de realidad, ir a verte, tocarte para
asimilarte a gotitas de amor, zarandearte y gritar “pero jodido,
estás precioso”
Las travesuras acarrean consecuencias y
quien juega con fuego arde.
Sobra decir que nada de eso paso y al
observarte saludar en la lejanía a mi compi, caminando delante a
escasos cien pasos, los dos creímos que doscientos sesenta
kilómetros ya no nos separaban. Llegamos al piso, Ángel se liaba
un porro mientras me maquillaba esperando el timbre de la puerta, que
mal y tarde oso llamar:
-¿Y David?
-Estaba muy enfadado, sólo gritaba...
-¿Qué?
-Sobre vosotros dos, le he tenido que
rogar que me traiga aquí
-¿Qué?
Aún imagino que mi cerebro mal trecho
tergiversa los acontecimientos.
Cogí el móvil, primero marqué tu
número y nada, luego el de tu casa, una voz femenina descolgó al
fin.
-¿Está David?
- Sí, soy su madre.
-¿Puede ponerse?- pregunté a lo que
transcurrió un largo silencio.
-No, no quiere.
-Me gustaría que le transmitieras un
mensaje -no espere a que respondiera- Dile a tu hijo que eso no se
hace, que no viene una persona a conocerle para dejarla tirada y que
sino quería verme, podría haberlo dicho y no comportarse como lo ha
hecho. Disculpa, pero es él el que no se pone y da la cara. Gracias.
Tras horas de enganche telefónico y
orejas rojas, erraba, sabiendo que, creyendo que, pensado que te
conocía. La llamada de atención desatendida y un guapo chico loco,
escribiendo un mail de despedida sentenciaba en verso,
él, que iba a dejar de escribir, sin
escribirlo
“qué su vida no era nada sin musa”
La cuenta atrás y cada uno en sus
cosas, veinticuatro horas, no preguntes, no recuerdo dónde estaba ni
como regresamos a Madrid. Una llamada a la oficina en el amanecer de
la resaca y once pisos después, tú, cariño, estabas muerto.
Estrellado en la acera de un rascacielos, muerto, mierda, David.
-Diana, todos los jueves pienso que voy
a morir.
Era martes, se me han borrado horas de
aquel intervalo, la memoria es selectiva, tengo un mail y cadenas de
tiempo, además era martes, estaba en Burgos, no pretendía que te
sintieras avergonzado. Corrientes de aire daban puertas y todas mis
jodidas ventanas de par en par. Si me hubieses avisado que poco
habría tardado en robarte un piti y a cambio servirte una cerveza.
¿Fue eso? Es humano preguntar y con
los años y la muerte confundirse en miles de posibles acertijos.
Tu madre, ay, tu madre.
-Señora, ¿están todos sus hijos en
casa?
Muda, sorda, mutilada, recorriendo el
largo pasillo de habitación en habitación, la tuya era la primera
empezando por la entrada pero dormías en la del fondo. No sé dónde
te encontrabas, no sé si le hizo falta mirar en una o en cuatro, si
la visión de la ventana abierta le rompió el corazón a cachos o
fue más allá divisando lo que yacía en el suelo.
Suicido de realidades.
Google mostró una caricatura, un
esbozo, un autor tomo un trozo ofreciendo una necrológica.
Sería injusto elegir esa imagen y
describirte. Tus letras ofrecían lo que no temías mostrar. Un
autobús puede ser un claustrofóbico peaje o el puto viaje de tu
vida. ¿Qué te aterrorizaba más?
Una coctelera y todo los sueños al
carajo.
Digamos que tiene un plan, que ha
quedado, digamos que las estaciones le asustan, digamos que ella le
va a rescatar, es noviembre y allí no puede fumar y no quiere
subirse, digamos que le esperan, conoce demasiado bien la cara de la
decepción y el cansancio, digamos que va a pagar sus deudas, digamos
que ella le ha escrito antes de conocerle, digamos que le nombro
Martín, digamos que asciende los dos peldaños, allí habrá
estancos y ella seguro también tiene tabaco. Digamos que se le
dibuja una sonrisa, quizá deje de fumar para besarla toda las veces.
Digamos que les sobran motivos, que lo han teñido de frenesí,
elevando las pasiones entre letras de canción.
Digamos que las estrellas se confabulan
cada mil años, que no les han preguntado, así que cuando él baja
del autobús, previsiblemente ella le espera y él previsiblemente la
besa.
Los soñadores no les ponen freno a las
historias, yo tampoco voy a hacerlo...
Nos vemos...
“Las cosas a veces suceden porque
tienen que suceder, cuando suceden. Y a veces no puede ser de otro
modo.
(Esta noche he soñado
contigo; sólo que no eras exactamente tú y no era exactamente yo;
pero me querías, no me decías: No te quiero querer. Y estaban
nuestros dos cuerpos desnudos y dormidos. Y soñaban
interminablemente con nosotros. Y soñaban que nos queríamos. Y
soñaban que cuando nos queríamos -mientras nos quisimos- soñábamos,
y a veces, follábamos, y a veces nos abrazábamos, y mierda, yo
quería lamerte el coño y penetrarte, pero también quería poder
mirarte a los ojos –en ellos, yo y tú, yo y tú hasta el infinito-
y oler tu aliento mientras dormíamos y soñábamos con nuestros
cuerpos soñando que nos queremos mientras nos quisimos).”
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
2 comentarios:
David era un amigo querido.
No hay día que no me acuerde de ti, ya sea por tu prosa o cantando alguna canción... o con esas largas noches simplemente con un té y las palabras surcando el aíre.
Aprendí tanto de tí y me quedaba tanto por aprender...
¡¡¡Jamás te olvidaré!!!
Un Buen amigo