Google+ jodida y radiante: conspiraciones y conjuros

Alíñame

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por si me necesitas mona lisa


la luna corresponde a los locos

y no puedo competir...

así que sólo espero que ella no me quiera




porretas

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Diana frank. Con la tecnología de Blogger.
relato (14) foto (4)
05 noviembre 2014

conspiraciones y conjuros



Suspira... “¿Es que no vas a besarme?”
“Cla...ro” contesta él sorprendido.

Era de noche y se acaban de conocer.

Antes se escribían:

“Hoy he ido a por café
y azúcar, de la tuya, en el supermercado no había”

Se soñaban despiertos...

“Eres irremediable, hasta en los rostros de la gente del metro te veo
algo me inquieta y tiene que ver con que existas” teclea la chica de ciudad.

¿Palabras? Escritas muchas, pensamientos al cuadrado, y uno vive dónde vuela su cabeza...


Lo desconocido de aquel beso eran ellos mismos, con canciones y poesía, alguna foto, que diciéndolo todo, no decía nada, acurrucados en la cama o rozando otros labios, con la cantidad de cosas que se habían sacado del alma. Al final del día, lejos, un nudo se enrollaba dentro, inevitable, y uno de los dos cogía el móvil para gritar en formato sms: “lo único que quiero hacer ahora y me temo que por mucho tiempo es estar contigo”

Tal y como las señoritas de capi no creen en príncipes, los chico de provincias piensan que ellas son estiradas e inalcanzables. Sin embargo, les importa un carajo, ella ha entrado en su guitarra y a él los vecinos le llaman “pesao”, todas las mañana la toca, las notas salen, pero no la alcanza.

Con un tupé improvisado corre entre viandantes, aceras y semáforos, imita con la mirada el recorrido de una cámara, sujetando con el puño algo, los instantes dónde por fin, respira, va a ponerle rostro. La imaginación es muy poderosa y ella, sin objeciones es perfecta, por las cosas que le escribe, él es el único destinatario y le ha dado la llave que abre todas sus puertas, y la jodida, es preciosa.

Acude en su rescate, ya ningún día es igual, el cosquilleo no le deja aburrirse, no come, duerme porque le sueña, y cuando la gente habla, ni si quiera puede escuchar. Aún con todo esto, no quiere conocerle, “nada es para siempre, ¿y si es una ley física universal? Se pregunta mientras le espera, dos veces se ha equivocado con esos dos chicos que iban hacia ella, dos veces ha suspirado, aliviada al darse cuenta que lo hacía. No iba a fumar, pero se lo ha pensado mejor, la suerte no le acompaña, el mechero casi no tiene piedra y ella empeñada en que sí, con el cigarro en la boca que casi se le cae al ver una llama asomar por su izquierda. Aspira y suspira:

“¿Es que no vas a besarme?”
“Cla...ro” contesta él sorprendido.

Es ella, que se adelanta, para apartarse después, él la mira, no sonríe, le toca con las dos manos las mejillas.

-¿Qué? -Pregunta la chica de city.
-Nada -responde el chico de provincias.

Instantes después se besan, sin prisa, algunos les miran, están en medio de la acera, cuando deciden moverse, se dan la mano, y al unisono inician el paso. Están dónde quieren estar y van a ninguna parte.

-No has traído la guitarra.
-La he dejado en la pensión, está a dos minutos de aquí.
-Bueno, pues no he quedado con nadie.
-¿Con nadie?
-Con nadie sin guitarra.

Con esta necesidad nueva de besarse todo el tiempo volvieron a hacerlo, los dos minutos o veinte que tardaron en llegar a la pensión.

“Ahora que te veo y no te escribo ¿Qué?” Era una pregunta retorica, él con el pezón entre sus morros no podía responder.











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